domingo, 24 de mayo de 2015

Borran el sentido

El tiempo se disolvió,
el reloj se detuvo,
la campana dejó de vibrar.

Una eternidad nacía,
un universo infinito se mostraba,
la magia la rodeaba.

De su ser brotaron líneas,
no podía ver a dónde iban
porque no iban a ninguna parte.

Bailaban,
danzaban,
la música se hacía escuchar.

Borran fronteras,
borran palabras,
borran el sentido. 

sábado, 23 de mayo de 2015

Una especie de ritual

Las cuerdas vibran suavemente produciendo un sonido que te llama,
como el canto de las sirenas.
Revolotean por doquier canas, arrugas y polvo de los zapatos.
Se mezclan en el aire con impulsos nuevos con hambre de gloria.
Las hojas que tranquilamente posaron sobre la madera gastada,
Salen a volar y ser parte de la danza.
“Una especie de ritual”, dicen.
Cuando esa mezcla danzante atrajo el fuerte sabor que enrojece los labios, llenándolos de pasión, salen a cantar bajito las risas que liberan cada músculo del cuerpo.
Sueltos, contentos, olvidan las aspiraciones, olvidan al tormentoso tiempo y se entregan a ese sin fin de cantos.
Desde lejos, veo ese ritual y sonrío. 

viernes, 22 de mayo de 2015

No hay nada más mágico que sentir que tu existencia en este instante es producto de muchas más casualidades de lo que podrías llegar a imaginar.

martes, 19 de mayo de 2015

¿Y si es un juego?

Todos, vivamos de la manera que vivamos, sentimos el vaivén de nuestras emociones, porque la naturaleza nunca se queda quieta en el mismo estado, y nosotros, como parte de ella, funcionamos de igual manera. Las ganas de dotar todo de sentido se enfrentaron a una explicación que permite sacarle el sentido y volver a dárselo, ilimitadas veces, y eso, como todo, tiene sus vaivenes. Pero esta elegí yo, o mejor dicho, por esta estoy atravesando ahora. La conjunción de flujos me suelen hacer sentir movimientos cíclicos en mi vida, en mi día a día, unas ondas que suben y bajan, pero no repitiendo la misma vivencia sino la misma forma, aunque el contenido cambia. Pero quizás levemente la forma esté cambiando, pero como se da lentamente, antes de notar el cambio ya estamos demasiado adaptados como para notarlo. Quizás también ahí haya algo de “impronta” personal, porque me atrevo a pensar que los períodos de adaptación a las diferentes realidades puede tomar diferentes formas en cada uno de nosotros, y probablemente también ocurra que ninguno de los cambios (que, por cierto, nunca cesan de acontecer) que enfrentamos se dan de la misma forma, pero están ahí, su existencia es inevitable aunque cambie la forma. Pero si es así, ¿por qué será que sentimos que hay puntos que revivimos en muchas figuras diferentes? ¿Será que acaso esos son nuestros puntos límites, son los que nos dicen “pará acá”? ¿Será que volver efectivamente al mismo punto es no poder mover ni superar esos límites? ¿Será que en notar los sutiles, leves cambios que tiene nuestro estado interior cuando se reencuentra con sus límites, es donde vemos el crecimiento, el continuo efecto del cambio exterior en el cambio interior, el vínculo entre ellos? Y, ojalá, sea de esas sutiles percepciones que podemos entender los juegos en los que entran en la partida, no solo el azar, sino todos los jugadores a los que les demos entrada. 

domingo, 3 de mayo de 2015

Sol

El sol, cuando se deja ver, nos deslumbra.
Pero incluso cuando sale de la penumbra,
no lo podemos ver.
Él nos enseña que no hay que ver para creer,
que no hay que ver para sentir,
que no hay que tocar para sentir,
que no hay que oler para sentir.
¿Dónde quedan los sentidos que tanto premié?
¿Es que acaso puedo sentir aunque ellos no sientan?

El sol es a quien le debo todo.
El agua es agua porque él la calienta,
el árbol es vida porque él lo levanta,
la vida es vida porque él la crea.

Y, sin embargo, no lo puedo ver,
no creó ojos para verlo,
no creó manos para tocarlo,
no creó oídos para escucharlo,
pero sí creó vida para sentirlo.