domingo, 3 de mayo de 2015

Sol

El sol, cuando se deja ver, nos deslumbra.
Pero incluso cuando sale de la penumbra,
no lo podemos ver.
Él nos enseña que no hay que ver para creer,
que no hay que ver para sentir,
que no hay que tocar para sentir,
que no hay que oler para sentir.
¿Dónde quedan los sentidos que tanto premié?
¿Es que acaso puedo sentir aunque ellos no sientan?

El sol es a quien le debo todo.
El agua es agua porque él la calienta,
el árbol es vida porque él lo levanta,
la vida es vida porque él la crea.

Y, sin embargo, no lo puedo ver,
no creó ojos para verlo,
no creó manos para tocarlo,
no creó oídos para escucharlo,
pero sí creó vida para sentirlo. 

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