Las cuerdas vibran suavemente
produciendo un sonido que te llama,
como el canto de las sirenas.
Revolotean por doquier canas,
arrugas y polvo de los zapatos.
Se mezclan en el aire con impulsos
nuevos con hambre de gloria.
Las hojas que tranquilamente
posaron sobre la madera gastada,
Salen a volar y ser parte de la danza.
“Una especie de ritual”, dicen.
Cuando esa mezcla danzante atrajo
el fuerte sabor que enrojece los labios, llenándolos de pasión, salen a cantar
bajito las risas que liberan cada músculo del cuerpo.
Sueltos, contentos, olvidan las
aspiraciones, olvidan al tormentoso tiempo y se entregan a ese sin fin de
cantos.
Desde lejos, veo ese ritual y
sonrío.
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